CALVEYRA ARNALDO

Arnaldo Cesar (Cacho) Calveyra
Nació en Gobernador Mansilla, provincia de Entre Ríos (Argentina), en 1929.
Es Licenciado en Letras. Poeta, cuentista, novelista y dramaturgo.
Reside en París desde 1961.


Recuerda haber escrito...

Recuerda haber escrito de un hombre que en un poblado de Argentina abandonaba su casa a eso del crepúsculo. De pie ante un baldío, comootros ante el diario, se ocupaba en deletrear el cielo, leía las noticias que le acercaban las nubes.

¿Qué habrá sido del hombre? ¿Qué habrá sido del tímido, el hombre analfabeto para todas las palabras salvo para las nubes, las nubes queal finalizar la tarde son borradores de nubes por llegar?

("El hombre del Luxemburgo ". Editorial Tusquets, 1997)


Apuntes para una reencarnación

Complacencias del espejo, mantiene entreabierta la puerta, dilapida lo que va quedando de luz.
Encandilado de más en más por la sombra que avanza, a tus horas las adensa, sin que cambies de sitio te va paseando por la inmovilidad del cuarto.
Lugares: las palabras del diccionario, casi todas las cosas que en este momento te observan, cosas en espera de cosas. Cuarto amenazado de desaparición a partir de una luna de espejo, ficciones que todavía se procura, repertorios de nubes -sábanas tendidas por el cielo- a punto de ausencia.
Espejo que mantiene entreabierta la puerta que da al patio -lentitudes de espejo, transparencias de la puerta si a través de ella, de él replegado, consigues todavía verlo, jardín yacente por donde la noche se apura.



Costumbres en casa

La primera estrella
traspasa la ventana
y descansa del viaje
en el centro de la mesa.
Jarra fresquita
Olorosa a primavera,
ropero
de la pieza de al lado
-un traje persiste
en el olor de la muerta-,
silla que mira al campo.
Campo.
Colonias de malvones
golpean a las puertas.
i Virgilio viviera
diría
lo rosadas que parecen esas nubes.
El alma ya pronta
a la muerte por suelo.
Te llevaré la mañana temprano
en un vaso de agua.


Caminaba el hombre

Caminaba el hombre
llevado por su estrella,
no diferente al yuyo
que al agacharse
toca con la mano

hombre
atendido por su estrella,
forma dulce de tierra
por cuestas de retama

de loma en loma
hablado por los pájaros

herido por cinco pies de
tierra

como las nubes errantes
busca arroyos
donde aliviarse,
reflejarse

y la vara de nardo
de la luz
que lo conversa

brillante de verde
de hondonada

olías a
lentamente tierra,
la tierra curva
de Entre Ríos

llegada de su noche
una lumbre siempre pronta
que lo entibia

el hombre, el doble de su estrella
atraído por su sol

¿dónde los cinco pies
de tierra
que lo exaltan
en la voz de la calandria?

creencia dulce
de senderos.


“Maizal del gregoriano” (fragmento)

“Bajo esa misma lluvia hombre callado. A quien mirar llover vuelve silencio. Entra la lluvia por una luz de puerta al abrirse, por esa luz llega al patio y al hombre le parece avanzar por entre una luz mojada, hombre de una sola lluvia. De quedar más cerca esa puerta y de no ser de noche asistirías, peregrino en busca de silencio, al regreso del hijo pródigo. Parada a la entrada de la cueva, una vizcacha le madruga a la madrugada.Calado bajo esa lluvia que le llega del pasado. A medida que avanza de memoria hacia ese lugar, avanza por un pasado de lluvia. Hombre a quien mirar llover vuelve silencio, el cielo una canilla averiada es el entierro de Mozart. Lluvia callada, se calla la tierra, el hombre mira alejarse los árboles desaparecer los árboles.Permanece en la lluvia atenta. Por su luz, hombre callado por su luz callada. En quien los recuerdos se vuelven lluvia ni bien se da vuelta para evitar unas ramas caídas. Mira avecindarse unos árboles. Callada la lluvia, callado el hombre que por ella avanza, lluvia de su memoria que lo moja.Llueve, la lluvia ciega que llega del fondo de los campos empapa al hombre en su caminata. Empujado por sus propias nubes, hombre ya mitad nube. Va quieto. ¿Qué nubes podrán ser esas nubes?, ¿qué pájaros se ocultan detrás de ellas? Horizonte del alto de la lluvia.Horizonte del alto de la lluvia, estragado por las arboledas del diluvio por donde avanza, llega del pasado de la lluvia y siempre la misma. Permanece el hombre a la puerta de su rancho y, mientras, se pasea por el campo.Luz de lluvia en Entre Ríos. Para el hombre parado a la puerta de su rancho llega de otrora, gustosas las plantas la reciben, llamita trémula se agranda ni bien asoma del suelo, se vuelve azul el caballo en esa luz de esponja. El hombre se acerca a saludarla junto al alambrado y todo Entre Ríos es llover, es una sola lluvia. Parece reclinarse un poquito más en los bordes de los charcos. El horizonte no cierra.Llueve añares (en la plata de antes). El pasado llega con lluvia. Palabra lejos, con ella asoma. Son de alguna, de ninguna parte los años. Aparece desaparece como en un espejismo la distancia.
Desfile de los años. De agua el horizonte. Azul el caballo que quedó parado en mitad del campo. Mirar se vuelve agua, vuelve de agua las parvas, los bultos en la distancia. Lluvia, te agrandas al llegar al horizonte, ¿juegas al boquete de cielo?Luz de lluvia en Entre Ríos, hacerse de un azul los cañaverales de junto al pozo. Luz de lluvia en Entre Ríos, sueñan azul los cañaverales de junto al pozo. Lluvia avecindada a ríos, próximo a los bordes del pantano. Azul el caballo en la cerrazón. Un poquito más próximo el pasado, sueña azul, sueña con caballo de color azul.El hombre sale del rancho a contemplar las nubes. Entre los pastizales, a golpecitos blandos, los primeros goterones, hombre despertado por su propia lluvia. Dios hecho de hombre, de hombre solo por el campo anochecido de la mañana. Avanza entre los teros que se guarecen entre los pastos, la perdiz se hizo perdiz, avanza por la lluvia como animal por los rincones de la madriguera. Avanza por lo mismo de hombre. Callada la lluvia y callada la tierra. Hombre que se fuera llamado a silencio”.


Calveyra Arnaldo, “Maizal del gregoriano”, Buenos Aires : Adriana Hidalgo Editora, 2005.