MAGDALENA QUATTROCHIO DE MÓRRISON
(28/03/1919 – 5/07/2007)
Docente. Directora del periódico “Nuevo Amanecer”
OFRENDA DE UN JAZMÍN
Estás ahí, no se desde cuando.
¡Te miro sin verte, cuántas veces!
Pero un día agobiante de enero
Extendiste tus brazos (tus ramas)
Y al pasar lastimaste mi piel
¿Qué te ocurre?
¡Tienes aire, sol, agua del cielo!
Pero al mirarte, vi que estabas muriendo
¡Cuánta pena, yo no soy jardinera!
Pero tú me llamaste y vi tu pena
Una planta parásita robaba tu savia
Tu cuerpo agonizaba…
Y me vino furia, vigor, voluntad..
Pala, agua, tijera, un enorme instrumental
Entre mis manos torpes
Tú ordenabas y yo hacía…
Hoy vuelvo a pasar, con indiferencia
De las que nada ven
Otra vez me llamas, pero no me hieres
Hieres mi olfato y ¡OH belleza!
¡Me regalas flores, muchas flores!
Que guardadas estaban en tus senos
Gracias Divino Hacedor por la llamada
Cuando los ojos no ven, quedan los del Alma
Poema publicado en el periódico “Tribuno” de Rosario del Tala, 13 de abril de 1985
¿Buscar culpables o compartir culpas?
“Deuda”
Esa deuda infame que viene de lejos.
De días, de meses, de años…
De nombres robados, de sangre…
De angustias que nunca se acallan.
Aunque desangrados algunos terminen
La deuda, aún queda…
Por que fueron muchos,
Los que se endeudaron.
Con Dios, con la vida…
Con sangre inocente
Y si nadie paga,
La deuda subsiste.
Ya muchos murieron
Pero no pagaron…
Y otros aún gozan,
De falsas victorias.
Pero, ellos bien saben,
Aunque lo negaron
Que siempre y por siempre
Vivirá la “deuda”.
(Periódico Tribuno, Rosario del Tala, 28 de mayo de 1985)
EN ESTA “SEMANA SANTA”
“Aquello que nos distingue”
¡Mujer he ahí a tu hijo
Dijo el Señor en generoso gesto
Ese testimonio tan puro y sereno
Hoy se lo disputan millones de seres.
Que tristes y ansiosos no encuentran la fe
Forma del amor la hermosa cadena
Su mano extendida ella elevará
Para que tu ingreses; no en torpe montón
Sino un solo ser, en un ser total!
En un mundo que muere carente de amor
Grita el nombre del Señor en la tormenta
Que colmará tu ilusión en final meta:
¡Y en la senda habrá un hermano!
Brinda tu amor hasta agotarte
Que ningún alimento habrá que así te harte.
(Periódico Tribuno, Rosario del Tala, 4 de abril de 1985)
A TI SEÑOR!
Cuando en el caos de la duda caigo,
Llego a ti cruz y te miro suplicante,
Y algo muy puro y enervante
Me envuelve y esto oigo:
Levanta ya,
Este cuerpo agonizante,
Devuélveme ese amor que te ofreciera.
Bríndalo al hermano que te espera.
Yo te di todo…
No me pidas nada.
Mírame bien, húndete en mis llagas…
Contempla a mi padre,
No le queda nada
Pero el gozo del eterno espera.
Tus ojos suplicantes sólo dicen:
¿Por qué?...
Y yo te digo Fe!...
Que breve es la palabra y “te lo brindo todo”
Oh! Pobre corazón herido,
Cobija por piedad, palabra santa
Y repite en tus latidos sin demora,
Fe, Fe! y no permitas nunca,
Que de tu cruz me aparte ni un instante
Y en tu sangre bendita,
Sin demora
Apague esta sed que me devora.
(ABC, abril de 1982)
EL SEÑOR HA MUERTO!
Todo es desolación
Todo tinieblas,
Tú estás sobre el Gólgota clavado,
Y yo subo la empinada cuesta.
Qué duro, cuánto pesa
Tu calvario!
Y yo sufro sólo por la marcha.
Dame tu cruz!
Tú la soportaste!
Enséñame a cargarla,
Sin blasfemia.
Entonces sí sabré escucharte
Y en las tinieblas,
Encontraré tu luz…
(ABC, abril de 1982)
A LA ORILLA DEL MAR
A la orilla del mar
Llego cautelosa.
El viento frío
Cala mis huesos.
Toda una niebla
Gris viscosa
Me envuelve
Como una nebulosa.
Es que te busco
En la playa sola.
Busco tu huella,
En la arena fría
Y luego pienso:
Oh loca fantasía!
Si tú planta
Se quedó allá lejos…
Pero tu voz
Quedó en la caracola
Y es la causa
De este desvarío.
(ABC, abril de 1982)
SOLEDAD
Cual góndola sin nombre
Sin diestro gondolero,
Cual rústica jangada
Sin hábil jangadero,
Avanza río abajo
Perdida para siempre
La “Amistad que muere”
En esta primavera
Este caudal inmenso
Cual río desbordante
Perdiese en la vorágine
Como dormido germen.
Serena y reposada
Ya muerdo mi derrota.
Mis lágrimas dispersas
Cual gotas de rocío,
Descubren asombradas
Que ya no tengo nada.
Amistad, dónde estás?...
Es que acaso fuiste?
O fue mi fantasía
Que te puso velamen
De tules azulinos,
Y anclada en el gran río
Te brindó tu asombro
De ingenuo peregrino.
Te he dado mi mensaje;
De ti no espero nada.
Ya no hay luz ni fragancia
Mi barca no navega.
Ya a impulso del oleaje,
Cubriendo va distancias
Y a su destino llega.
(ABC, abril de 1982)