GRASSI DE GARZIA ERCILIA

Ercilia Grassi de Garzia
Docente. Escritora.
Ha escrito los siguientes libros:
Piruetas en el aire, Mansilla en el tiempo, 1996
Mansilla, una galera mágica, 1998
Raíces, Mansilla y su pasado, 2000
La tierra y sus dueños, 2001
La Fortaleza, de Milán a Mansilla, 2003
¡Tiembla Chile!, 2006
Raíces II, 2008

EL CLÉ

Recorrido lleno de caprichos,
tajo profundo, afilado
cortando sin piedad
las verdes cuchillas.
Las barrancas te miran:
caudaloso, audaz, pleno,
embravecido, espeso, sucio
arrastrar barro, troncos, nidos,
animales, ranchos y esperanzas.
Otras veces contemplan
apenas un hilito de agua cristalina
que viaja, despacio, sin aliento
tratando de mojar, de acariciar
los mil recodos de tu lecho.
El sauce, viejo amigo,
vuelca sus lágrimas en tus riberas,
el ceibo, rojo, nacional y único
abre su corazón a tu paso.
El cardenal, la calandria,
el zorzal y el jilguero
acompañan con sus coros
el constante susurro de tus aguas.
¿Qué mensaje nos traes
desde el tiempo inmemorial en que surgiste?
¿Es así la vida?
A veces plena, sonora, desbordante,
a veces seca, silenciosa, vacía,
tratando, sin lograr,
llenar de amor y de bondad
los tortuosos recovecos de los años.




MINGUECHO

Una gorra raída
Coronaba su cabeza,
Ojos negros, pequeños,
Sobre una nariz deforme,
Rostro enmarcado de arrugas,
Expresión aniñada.
Su mirada reflejaba
Toda la fatalidad
Toda la miseria.
¿Qué cargaba en su bolsa?
Latas, pan viejo, piolines,
O acaso llevaba
Sueños inconclusos,
Quimeras fantásticas,
Ilusiones, esperanzas,
Sed de amor,
Ansias de justicia,
Pasiones sin destino.
Sería una carga
De locura sublime
Apretada en la bolsa?
Sus manos se aferraban
Sobre la arpillera.
¡Cómo pesan los sueños!
Minguecho, solito recorriste
Desde alfa hasta omega
El sendero de la vida.




LA PATRONA

Fieles de todas las edades
Peregrinan detrás de la imagen.
Colorido en las ropas,
Cánticos de voces desparejas,
Ruegos murmurados. Fe,
Miradas implorantes. Esperanza.
¿Qué poder inmaterial
Posee la Virgen?
Todos acudimos a su llamado, y
Nuestros labios susurran:
¡Virgen del Carmen!
Danos valor para criar a nuestros hijos.
Danos entereza para aceptar los yerros.
Danos humildad ante el acecho de la soberbia.
Danos criterio para decidir.
Bendice a tu pueblo, Mansilla.
Nosotros, tus hijos, prometemos:
Fortalecer nuestra fe cristiana.
Ayudar al hermano
Socorrer al desvalido.
Poner amor en la penumbra del odio.
Madre, tú lo sabes bien,
Cumplir la palabra de Jesús.
Es una promesa, pero…
¡Cómo quisiera que fuera realidad!




VIEJO PUENTE

Paralelas de hierro oxidado,
Tirantes que se cruzan, agónicos tensores soportando
Una caprichosa geometría inventada.
Caminito de agua cristalina o sucia, marrón correntada:
El Clé completa la cruz. Verde alfombra de yuyos,
Monte oscuro, moreras, aromas húmedas,
Sombra llena de gorjeos, te rodean.
Rígida silueta y arroyo zigzagueante,
Vuestro idilio alcanzó la centuria, entre llegadas y despedidas,
Siempre fiel a tu dirección, acercaste naciente y poniente.
Viejo “Puente de Fierro”, como vos, nosotros,
Unimos auroras y ocasos; inventamos figuras de amor
En el adiós y rezamos soñando el regreso.




PUEBLOS

Pueblos de mi provincia olvidados y polvorientos, grises,
Pobres en presente y futuro, ricos en historias y vivencias.
Pueblos de inmigrantes acriollados: alemanes, polacos, italianos,
De bombacha, facón y alpargatas.
Gurises rubios, ojos de cielo, enancados de a tres
Cabalgando leguas hacia la escuela-rancho.
Gurises de piel cobriza, ojos de sombra,
Enseñando al gringuito a cazar, tensar la gomera, pescar…
Jóvenes viviendo lejos del pueblo olvidado.
En cada viaje lo ven más pequeño, vulnerable, desprotegido, triste.
El primero en mutilarlo fue el tren. Se alejó en el horizonte de sol
Sin piedad, sin disculpa, sin lástima.
El pueblo quedó mirando dos líneas brillantes, paralelas, solitarias
Llenarse de indiferencia, yuyos y olvido
Hasta desaparecer para vivir sólo en la memoria de los abuelos
Encogidos, bajitos, silenciosos. La niñez pueblerina pasa
En recuerdos de años y nostalgia.
Torbellinos de “Por qué” y “Cómo”, los nietos irrumpen
Llenos de vida en el cono de sombras.
Pueblos de mi provincia dormidos a la vera del espacio y del tiempo.
Tal vez tus nietos regresen, algún día, para rescatarte.